Una estación, la parada más larga
donde las lágrimas dejarán de vacilar…
con risas.
Aquel espejo de la vida sorprendió la estancia
con asombrosas escenas en presente,
culminando esos pasos emblemáticos.
Caricia al aire que soplaba lentamente sobre la mejilla,
un frescor en una tarde ansiada.
Aquella entrada entre la sencillez,
momentos de culminar las sonrisas hacia los demás.
Locuras sin premeditar, correr, escapar,
el fondo de las personas sencillas
acoplando las decepcionantes noticias de la realidad.
Sobrevivir a los Murphy es temblar en primer plano,
entender el enigma de sus misterios.
Pasear recordando la sinceridad
de la gente de las calles,
separando la realidad
dándole ese toque que no sea tristeza infinita.
Dormidos o despiertos no se les puede parar,
la vida se les quema en las palabras.
Conocen las lágrimas, los momentos,
las expectaciones sociales
transformándolas en un criterio.
Haciendo recordar, que aun existe gente
que dar sin recibir, de enredar con místicas leyendas.
Difundiéndolos, seria como entrar en el pasaje
donde el tiempo se detiene, para liberar el miedo…
Convirtiéndolo en la escena de una carcajada.
Mi visita a los temerosos Murphy
Letras escritas después de la entrevista realizada por 5 amantes de la
realidad con humor.
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