Suculenta y ambigüa ansiedad,
cuerpos desnudos piel a piel
abrazándose en el aire de lo desconocido.
Voz tenue enlazando la simetría en la piel.
Cálida estancia con el surco de la linea,
qué gota a gota se desliza lentamente por tus labios
como la escarcha de una ventana
empapada en el amanecer.
Era el recorrido de las manos enlazadas,
el placer inesperado del momento,
el poder de involucrarme en extensos besos.
Era el tiempo pasajero detenido en el preciso momento,
el reloj de arena, la vela que dá luz
a la intensidad del recorrido
de tus manos impregnando mi piel.
El color ajeno sin destellos,
las estrellas juntas en destino,
las palpitaciones acopladas a esa nota musical.
Suculenta escena de pasión desmedida,
pensar sin decidir.
El límite sin ser la máscara,
el perfume que te abraza
y envuelve en la soledad.
Sin disimular en el horizonte
donde aparece la silueta de tu piel,
suspiros, alientos en la noche
que dejan sin voz nuestros labios
enlazándose en el éxtasis de un porqué.
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